Queridos amigos, autoridades y vecinos: Un año más celebramos en Santa Marta de Tormes a San Blas, nuestro patrono, y le honramos con esta misa, como acción de gracias y para seguir inspirándonos en él.
Permitidme una vez más unir la Palabra de Dios de este día con hechos relevantes de nuestro tiempo que, por contraste, realzan el valor de nuestras tradiciones. Este año no tenemos que ir muy lejos. Las dos últimas semanas, desde las elecciones norteamericanas, cada día nos despertamos con noticias que nos dejan confusos, desconcertados y preocupados. Como siempre, vamos a intentar iluminarlo con el Evangelio y con el testimonio de San Blas, para finalmente destacar lo que estamos llamados a vivir en estas Fiestas de 2025.
1.- El nuevo lema mundial: Los poderosos primero, los demás no importan
Las noticias ya las conocéis. El nuevo mandamás de Estados Unidos, que no quiere dejar de ser la primera potencia mundial, ha declarado ayer la guerra comercial a su principal opositor, China, a quien han subido los aranceles un 10%. ¡Esto va a ser un terremoto mundial! Pero también ha entrado en guerra con sus socios y vecinos, Canadá y México, a quienes le ha subido un 25%. Y ya ha dicho que está pensando en la subida que va a imponernos a los países europeos. ¡Si hacen eso con sus amigos, qué no harán con sus enemigos!
Pero es que, en sus decretos y declaraciones, ya no distingue entre amigos y enemigos. Después de decir que iba a terminar con la guerra en Gaza, ha añadido que ahora lo que hay que hacer es barrer a los gazatíes hacia otros países. Ha amenazado con anexionarse Groenlandia, que es territorio europeo, sin descartar el uso de la fuerza. Quiere expulsar de su territorio a multitud de inmigrantes latinos, incluidos sus hijos nacidos en su nueva tierra, llamándoles a todos criminales. En su propio país, está cortando el presupuesto de cada vez más programas sociales, y ha avisado de que pronto va a despedir a miles de trabajadores… Parece cosa de locos, pero lo cierto es que es una ola que amenaza con llegar a nosotros.
De hecho, todo esto ya nos está influyendo. Baste este ejemplo: el periódico “La Gaceta de Salamanca” de hace seis días, el martes 28 de enero, en su sección de “Campo” ponía este titular: “Subidas para el cereal tras una semana pendientes de Trump”. Y seguía así: “Salamanca.- El cereal continúa inmerso en una volatilidad extrema y a merced de lo que siga ocurriendo en los mercados internacionales”. La cosa es seria. Por eso es importante nombrarlo entre nosotros, y buscar juntos una luz. Pero, ¿qué podemos hacer ante semejante sunami, desde este pequeño rincón del mundo en el que vivimos?
2.- ¿Vivir contra o vivir con? La tradición europea y Jesús lo tienen claro.
La tradición europea se sostiene en tres pilares: la filosofía griega, el derecho romano y los valores cristianos. Hace muchos siglos, el filósofo Platón reflexionaba sobre qué es la justicia. Su oponente decía que hay que ser realista, que “la justicia es lo que conviene al más poderoso”. Finalmente, Platón marcó escuela con su afirmación de que “la justicia es darle a cada persona lo que le corresponde”. Y más adelante, el filósofo Aristóteles señala que “la justicia universal representa la suma de las virtudes de las relaciones sociales”…
Desde ahí se ha ido construyendo nuestra civilización occidental, progresando en unas condiciones de vida buena que intentan abarcar a toda la población, una carta de derechos humanos que nos ampara a todos y unos servicios públicos que promueven la convivencia y el bien común… Pero hoy las noticias trasatlánticas nos quieren convencer nuevamente de que “la justicia es lo que conviene al más poderoso”. Y, desde nuestra tradición, nosotros tendremos que afirmar con fuerza que eso no es lo que construye a la humanidad.
Las lecturas bíblicas van más allá. La primera que hemos proclamado nos muestra al rey Salomón pidiendo un deseo a Dios. Lo que aparece ahí es admirable: Salomón no pidió algo “contra los demás”, ni siquiera para sí mismo, sino “con y para los demás”. Así le responde Dios: “Como pediste sabiduría para gobernar a mi pueblo con justicia y no has pedido una larga vida, ni riqueza, ni la muerte de tus enemigos, te lo concederé!”
El evangelio de Jesús es aún más radical en esto. Dos discípulos maniobran para obtener los primeros puestos, los demás se indignan contra ellos, y Jesús reúne a todos para darles esta consigna: “Sabéis que los poderosos tiranizan a los pueblos. Que no sea así entre vosotros. El que quiera ser el primero, que se haga el servidor de todos.” Y Jesús predica con el ejemplo: Él no ha venido para ser servido, sino para servir y dar la vida por todos.
3.- San Blas y las gargantillas, un valor en alza.
Los vientos de guerra y dominio que surcan el mundo de hoy, hacen, por contraste, que las fiestas de San Blas sean para todos nosotros una Luz y un valor en alza. San Blas, médico, obispo y mártir, fue un cristiano consecuente y un ciudadano ejemplar.
Como médico cuidó de la salud de sus vecinos, y salvó a un niño que estaba ahogándose por una espina que se clavó en su garganta. De ahí nuestra tradición de las gargantillas, que buscan la bendición del santo para la salud física y también su protección ante tantas cosas que desde fuera nos pueden hacer mal y contagiar: desde los virus de la gripe hasta los de las malas noticias que nos desaniman, los bulos interesados que nos confunden, la violencia verbal que nos enerva o los discursos de guerra que nos atemorizan. La gargantilla significa más de lo que parece, expresa un deseo de salud y libertad.
Como obispo, San Blas buscó siempre el entendimiento entre los vecinos, la convivencia sana y el bien común que favoreciera a todos. Y como mártir, asesinado en una de las persecuciones de imperio romano, dejó para sus contemporáneos y también para nosotros el ejemplo de alguien que se mantuvo firme hasta el final en su orientación de vida, su fe en Dios y su servicio al prójimo.
¡Vecinos de Santa Marta, tenemos un santo patrono que es más actual que nunca! Las fiestas de este año se abrieron con el pregón de Raquel Martín, la joven novillera local cuyas palabras transmitieron pasión por su profesión y un gran amor por nuestro pueblo. Así se expresaba: “Santa Marta es mi casa, raíz e inspiración. Cada plaza que piso llevo por orgullo el ser charra.” Y es que así somos y queremos ser los salmantinos y santamartinos: personas enraizadas en nuestra tierra, deseosos de vivir y convivir en paz, de ayudarnos unos a otros y proponernos metas comunes, de inspirarnos unos a otros para salir adelante y de compartir la alegría sanamente en nuestras fiestas. En medio de un mundo tan confuso y convulso como es hoy, nos manifestamos orgullosos de ser santamartinos y de tener un patrono como San Blas, que ahora en la procesión llevará su bendición a todo el pueblo.
No lo olvidéis: “San Blas, en el mundo de hoy, es un valor en alza”.
¡Viva San Blas!
¡Viva Santa Marta!
¡Vivan los santamartinos!
Mariano Montero
Párroco de Santa Marta
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