JotaeMeGE

Del periódico digital y tal

 

Dicen –y si dice, algo de verdad habrá en ello– que la prensa en papel goza de buena salud. Una salud de hierro, o mejor dicho, de papel y tinta. Las tiradas de los grandes periódicos son cuantiosas, parece como si el tiempo no hubiera pasado para ellos. Ni el tiempo ni las nuevas tecnología. Bueno, esto último no del todo porque no hay periódico que no cuente con una réplica en digital. Para defenderse culpa de todos los males a las nuevas tecnologías: que si la lectura es más superficial, que si las noticias se olvidan con más facilidad, que si su lectura produce insomnio, que si daña la vista… ¡Je, je! Tengo la suficiente edad como para recordar que la lectura en exceso –en papel, claro está– te volvía loco. Ahí está el ejemplo sempiterno del Quijote. Nadie dice que el papel procede de la madera, que la madera de los árboles, que los árboles del bosque y la tala de estos provoca una deforestación alarmante. Los periódicos en papel precisan de un almacenamiento, de un transporte, de un reciclado y ¡bla, bla, bla!

Estoy de acuerdo en que el periódico en papel nos retrotrae a la imagen centenaria de su lectura mientras desayunamos, aunque haya que salir a comprarlo. ¡Cuántas escenas hemos visto en el cine del abuelo o el padre arrellanado en su butaca leyendo al amor de la lumbre un periódico! ¡Cuántos detectives o espías ocultos tras las páginas de un diario! ¡Cuántos parados buscando empleo en las últimas páginas, bolígrafo en mano con que circunscribir anuncios de empleo! Reconozco que son imágenes que pertenecen al imaginario del pasado. Sí, del pasado. ¿Alguien se ha parado a pensar cuántos jóvenes leen la presa en papel? ¿Cuántas personas  mayores la leerán en pocos años? La prensa escrita goza, efectivamente, de una mala salud de hierro.

La prensa siempre se ha caracterizado por la inmediatez de la noticia, por la noticia más reciente. Aunque la de papel queda obligada a las veinticuatro horas, o doce si tiene dos ediciones. La digital, en cambio, es inmediata. Saber la noticia y publicarla es casi simultáneo. Y no necesita transporte terrestre, ni soporte físico, ni almacenamiento, ni quiosco donde adquirirla. Incluso cabe la posibilidad de que te avisen de la última noticia. Un pitidito o una melodía en el reloj, en el móvil, en la tablet, en el ordenador y ¡voilà! Ahí está servida en pantalla.

Más aún. Los grandes periódicos, los nacionales o los regionales hacen selección de noticias conforme a la importancia para su zona. Pero las localidades más pequeñas, no necesitan selección porque todas las noticias, más importantes o menos, sin filtro, colocan en su periódico cuanto sucede en el municipio. En el mismo momento. Incluso –y eso sí que nos gusta– se puede entrevistar al vecino de enfrente, al alcalde, al vendedor de cuches, al novio o la novia que se van a casar, felicitar a la pareja por un natalicio, a…, a… ¡qué sé yo cuántas pequeñas noticias que solo interesan a los convecinos de esa localidad!

¿Y de las opiniones sobre asuntos concretos del pueblo? ¡Ni te cuento! Podemos hacer saber a las autoridades hasta de las baldosas que nos hacen tropezar en las aceras.

Me estoy pasando de la raya, sin duda, pero es que de las ventajas de la prensa digital podría estar hablando hasta mañana por la mañana. Más aún.

 

¡Ah, pero qué me dices! ¿Qué Santa Marta de Tormes, con sus más de 15.000 habitantes no tiene un periódico digital? ¡¡Cómo es posible!! No me lo puedo creer. Mañana mismo me pongo a trabajar para crear uno.

¿Qué se me han adelantado? Bueno, pues aquí va mi primer artículo que ya tengo terminado para qué se yo qué, por si os resulta de interés y ¡enhorabuena! Que cunda.

 

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