AÚN ESTOY AQUÍ
Nacionalidad: Brasil
Director: Walter Salles
Reparto: Fernanda Torres y Fernanda Montenegro, interpretando a Eunice Paiva en épocas distintas de su vida, Selton Mello (Rubens Paiva),…
Esta sorprendente película desarrolla la vida de una familia en la dictadura brasileña de 1970. La detención de Rubens Paiva, un ingeniero y diputado, implicado en movimientos contra el régimen militar es el leitmotiv de ella. Está basada en el libro biográfico de su hijo Marcelo Rubens Paiva que lleva el mismo título.
Resulta imposible no recordar la antigua película “Missing” o la más reciente “El olvido que seremos”, esta basada también, como esta última, en una novela autobiográfica de un familiar de la víctima llevada al cine. Ambas cuentan los sucesos desde la percepción infantil o juvenil de uno de los hijos. En ambas se parte de unos momentos de felices días de una familia feliz, excesivamente feliz, de un padre idealizado, de un vivir bajo el cual no se adivina la tragedia que sobrevendrá a la película. El una técnica narrativa, a más felicidad o alegría inicial en la vida normal, más impactante será la tragedia que vendrá. Sin embargo, esa tragedia en la película que comentamos está descrita en la película de un modo calmado, suave, con la suavidad con que la madre Eunice quiso hacerles ver u ocultar a los hijos lo que sucedía, para evitar el sufrimiento.
No hay escenas violentas, o excesivamente violentas. Intuimos el sufrimiento, el dolor, la agresión policial, pero sin cebarse en escenas en primer plano impactantes, llenas de sangre. El director nos va llevando por los acontecimientos con suavidad, con una estoica pasividad, como si los protagonistas aceptaran los hechos con la resignación de quien sabe que no sirve golpearse contra un muro. No obstante, la esposa persigue insistentemente, con tenacidad, solo un objetivo: que se reconozca el mal que han ocasionado a su marido y a su familia. Colateralmente aparecen otras desdichas: el amor de una de las hijas que se ve truncado con el cambio de casa, la invalidez del hijo narrador de los eventos, los amigos que no se comprometen… Pero todo ello aparece en segundo plano. El primero lo ocupa la insistencia en no dejar oculto al mártir que luchó por los perseguidos sin causa. Y la película termina cuando se ha conseguido.
He dicho al principio que se trata de una película sorprendente, porque da la impresión de que este tipo de narraciones se presta en la actualidad a exagerar la parte trágica, el exceso en el llanto, en el grito desesperado, en la tortura minuciosamente presentada, en la violencia gratuita. Y no es el caso. La tortura está presente en algunas escenas, pero no sangrienta. Se oye a lo lejos o en celdas anejas, se ve en las marcas corporales, pero no impactando al espectador, sino haciéndole ver que existió, si bien los que lo sufrieron, lo contaron sin acritud, con la suavidad que da el paso del tiempo y la valentía de una madre que protege a sus hijos, que recupera al padre en su bondad para que more entre ellos, limpio, rehabilitado, como si aún estuviese con ellos.
Jesús María
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