Cosas del miocardio
Hubo un notable revuelo en la calle. El chico se había desvanecido de repente mientras leía una nota que una chica le había entregado antes de salir corriendo. Nadie supo lo que contenía la nota o quizá simplemente nadie reparó en ello. La gente se arremolinó preocupada sobre la figura desvaída, preguntándose qué había pasado. Alguien debió llamar porque la ambulancia llegó enseguida, le tomaron el pulso, le auscultaron y con toda la parafernalia le subieron a una camilla y la ambulancia enfiló calle arriba entre quejidos de sirena. En el interior, el médico del SAMUR rellenó el parte de intervención mientras balbuceaba: “Cardiovascular. Posible accidente cardiovascular.” Cuando llegaron al hospital, el muchacho despertó con el corazón aún desbocado y sujetando con fuerza la nota arrugada en su puño cerrado. Sus ojos reflejaban el desconcierto de quien despierta de un profundo sueño y respira desorientado. Preocupado por los cables y las ventosas en el pecho, preguntó si padecía algún tipo de cardiopatía. El médico sonrió. “Tranquilo, solo estás locamente enamorado”, le dijo.
José Luis Logar
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