3

AUTOCENSURA

 

Resulta muy contradictorio todo lo que está aconteciendo, insistente corrupción, ya acostumbrada, y las consecuencias que estamos asumiendo como responsabilidad, por inercia, en la dinámica de la crispada actividad política actual, así como la deriva que estamos alcanzando e imponiéndonos a nosotros mismos para gloria de quien gobierna y de toda la clase política en su conjunto. Decía Cantinflas hace 40 años “Estamos peor, pero estamos mejor porque estábamos bien pero era mentira. No como ahora… que estamos mal, pero es verdad” Superamos con éxito la censura que nos encadenaba, reducía y limitaba… y nos dimos de bruces, para nuestro uso y disfrute e himplándonos de derechos, con la merecida libertad de expresión soñada y la posibilidad de denuncia o de no callar legalmente ante todo aquello que nos agrediera o sometiera. Pasamos de la falta de información a estar saturados de ella; de la centralita para hablar y ser escuchados a las redes para exhibirnos en toda nuestra extensión; de la prohibición a la licencia; de levantar barreras a derribarlas y jalear su derribo amenazando otros; de ser lo que se quería que fuéramos a reconocernos en nosotros mismos y proyectarnos según decidiéramos; del blanco y negro al arco iris; de la piel curtida con diseño de arruga y grieta a una epidermis fina, tersa y suave…hasta pasamos de escapar  clandestinamente a Perpignan para ver a la atrevida Sylvia  Kristel en “Emmanuelle”… a, en la comparación, convertirla  en inocencia y en una  producción  de  tierno pedigrí , en el umbral de  “La casa de la pradera”. Entonces la censura era sabida y cada cual con disciplinada resignación iba ajustando su vida, y heroica represión, a ella… esperando que llegaran tiempos mejores repletos de libertad, que llegaron y con una evolución social, económica y tecnológica inimaginable, ya brutal, e imposible de detener, pero que silenciosamente nos acaba atropellando a cámara lenta, nos arroja como damnificados, desnuda carencias provocando vaciado humano y amenaza futuros con multitudinaria incertidumbre. Quizás en el mejor momento de nuestra historia para vivir lo estemos haciendo peor que nunca y con incomprensible afán nos estemos empeñando en destrozarlo…  y lo peor es que somos capaces de ello. Paradójicamente, como si de un síndrome de Estocolmo adaptado se tratara, ahora somos nosotros mismos, sin una exigencia autoritaria externa, quienes voluntariamente nos autocensuramos y aconsejamos mordaza por miedo a posibles consecuencias, a un etiquetado que lastre o a que nuestras relaciones se resientan o vean afectadas. En cuanto a manifestación de carácter político y social, a nivel general, por ejemplo, se ve en el contexto deporte profesional, cine y música… donde cantantes, actores o directores  y deportistas evitan posicionarse o pronunciarse porque según hagan, aunque les  ampare la libertad de expresión, pueden ver comprometidas sus respectivas carreras u oportunidades para desarrollar su actividad, muy conscientes de que si lo hicieran en según qué momento y con quién les podría beneficiar, pero que de producirse un cambio les puede perjudicar; la minoría que lo hace con independencia y aupando o presumiendo  sus principios lo hacen desde la privilegiada posición de tener sus necesidades cubiertas y con la seguridad que no les va a poner la vida patas arriba, pudiendo  prescindir de oportunidades o con el comodín  de más allá de nuestras fronteras. A un nivel más cercano lo veo con cierta preocupación en nuestras relaciones de andar por casa desde dos intimas perspectivas, una por emisión y la otra por omisión; respecto a la primera, desemboca en división, alejamiento o enfrentamiento ;donde una opinión contraria, un mensaje o comentario, un meme, un  video reenviado, un chiste  o broma sin intención de herir  expresados en whatsapp ,redes  o en la barra de un bar se bastan o son suficientes para que te etiqueten y en función del etiquetado recibir respuesta que enfrente, ser juzgado con ligereza y condicionar  o hasta llevar  a pérdida unas  relaciones que nunca fueron tan susceptibles. Al hilo, se opta por una omisión que explicita silencio, represión y aparenta una pasividad que delimita o evita dichas consecuencias. Supongo que todos perteneceréis a algún grupo de WhatsApp en que alguien se ha salido, sin ser señalado directamente, por sentirse ofendido o agredido por algo que se ha dicho, discutido o enviado…  y a partir de ese momento cada vez que quieres expresar, compartir o mandar algo mides o tienes en cuenta a quienes lo comparten, aventurar a quien le puede sentar mal y en función de ello decides… o ya de antemano se acuerda qué de política, de esto o lo otro no se habla. Igual ocurre cuando te expones, por ejemplo, en un estado donde antes de hacerlo y en función de lo que sea calculas quién lo puede leer y hasta si te puede debilitar, afectar a ti mismo a nivel personal e incluso laboral, casi siempre optas por no complicarte la vida con ello y prefieres ser dueño de tus silencios que esclavo de tus palabras. Por sintomatología más que por reivindicación y teniendo claro que su expresión o rienda suelta ni nos mejoraría o empeoraría en nada, os preguntaría por cuánto tiempo lleváis sin oír, representar, parodiar, imitar, gestualizar o contar chistes de maricas, de negros, gordos o que refieran a discapacidades (sordo, gangoso, cojo…)  o que dejen mal y subestimen a la mujer; si se hace es clandestinamente y seleccionando grupo de confianza porque aunque la intención no pase de relucir ingenio, mofa, broma o de causar unas risas te puede adjudicar delito de odio, descalificación y asignaciones ideológicas que no se ajustan a tu persona… cuando el resultado debería ser más o menos gracia, de mejor o peor gusto… nunca juicio. Igual pasa con el uso o práctica de un simple e inofensivo piropo hacia una mujer, gesto, expresión o acercamiento; debes medir, prever y prescindir de la intención porque el desenlace va a depender de la interpretación que haga la destinataria. Así y en consecuencia, la situación, régimen o sistema nos tiene ocupados o desinhibidos  haciéndole el trabajo sucio; bien con cómplice silencio o indiferencia  o bien provocando que nos entallemos en unas camisetas, como si se tratara de nuestro equipo de fútbol, despertando o descubriendo el forofo que podamos llevar dentro, que se aviva o reacciona con pasión en defensa, ataque o contraataque  según “juega” el contrario…y para su agitación ni siquiera  necesita grandes despliegues, mítines, concentraciones  y arengas , puede valer un clic o simple twit  que ni exige credibilidad y se presta a falseo ;pero enmascarando nuestra ignorancia lo hacemos nuestro, utilizamos y nos aferramos a él según nos identifiquemos con quien lo firme, de dónde venga y en función de nuestros intereses particulares… prestándole servidumbre. El resultado siempre el mismo: división, agitación y, como entonces, tenernos donde y como nos quieren tener.

Me parece triste en cuanto a que estoy seguro que en lo fundamental, importante y trascendental unos y otros, sin intoxicación ideológica, coincidimos en la mayoría de las cosas y preocupaciones y es más lo que nos une que lo que nos separa, pero hay que reconocerles la habilidad para que en lo que nos distancia saber explotarlo interesadamente y la capacidad de inventarlo si no lo hubiere. Seguimos en NODO, pero ahora en color y alta definición… y dando los primeros pasos por un horizonte de inteligencia artificial que acabará siendo el castigo que merezcamos.

CRISTINO