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“APRENDANAJE”

 

APRENDIZAJE DE UNA DANA. Apestoso y previsible en cuanto a las dudas, mentiras, verdades a medias y manoseo respecto a las causas con cómplice intrusismo del cambio climático y más de lo mismo con el reparto de responsabilidades huecas con intercambio de acusaciones, que asumiremos con la resignación acostumbrada… “NADA” nuevo, pero que en mismo estado y con mismos resultados continuará teniendo recorrido y, según intereses, será recurrente. Teresa Ribera Comisaria Europea (31.000€/mes) y Mazón suprime la limitación de sueldo a altos cargos que sean funcionarios.  La certeza viene por parte de la AEMET y el sistema de previsión que avala profesionalidad y fiabilidad tecnológica… y al que no se le puede exigir que aventure un número determinado de víctimas porque la posibilidad y riesgo van implícitos en la definición de la propia expresión meteorológica y correspondiente bravura, azote y tronío.

 

Relacionado, acertado también el sistema de emergencia, cuestionable únicamente por la decisión e incompetencia de las manos de que dependía su activación. Al  hilo y sin que exima de responsabilidad a todos los señalados, en este contexto debemos incluir  las responsabilidades de la población y las decisiones que tomaran, por ejemplo, en particular  las 230 víctimas mortales para poder valorar su influencia en propia pérdida, seguramente que algunos (como los  7 menores de  7 años) no tomaron ninguna, pero quizás otros razonablemente o por  auxilio  y por  proteger unos  bienes cuya falta pudieran condicionar en adelante respectivas vidas  tomaron las equivocadas  e incluso que, determinadas, involuntariamente  pudieran afectar a otras pérdidas humanas… todas ellas por exceso de confianza, desde la base de no creer en un letal  desenlace o pensar  que la cosa no tuviera peor pinta que lo mismo de otras veces por mismas fechas.

 

Ante previsiones de este tipo y pronostico, la emergencia hay que activarla en el momento de “por si acaso”, con exageración si se me apura, dando tiempo suficiente a toda la población para haber puesto a seguro todo lo que consideren de importancia y, sobre todo, para que no falte nadie en su casa o si no ofreciera garantías o por lejanía, en lugar a salvo… a partir de ahí, mejor perder un día (y lo que sea) que una vida. Es fácil opinar a toro pasado. No hay que activarla cuando el peligro es inminente y la gente está a medio camino; por ejemplo, haberlo hecho dos horas antes podría haber multiplicado las víctimas en cuanto que la gente se hubiera lanzado a la calle con sus coches en busca de ese familiar que faltara o se le supiera  o supusiera en apuros  tanto por no atender a una llamada como atendiéndola  o realizándola presa del pánico  y  sabiendo su  posible localización; fácil de entender dando respuesta a ¿qué seríais capaces de hacer vosotros en misma situación si se tratara de vuestro hijo, padre, madre, abuelo, hermano, pareja…?, aquí es donde tiene cabida el “razonablemente” aludido anteriormente y que en ocasiones peca de imprudencia. A quienes habría que sumar los efectivos (y sus vehículos) de los cuerpos de seguridad y emergencia específicos que hicieran presencia para ayudar y ponerse a servicio.

 

Cada año vemos en televisión o tenemos en conocimiento la devastación y consecuencias de decenas de situaciones del mismo perfil, incluyendo otras clases de catástrofes naturales y guerras, pero tenemos la sensación que son cosas que pasan a otros y cuesta creer que a nosotros nos puedan ocurrir… aunque estén llamando a la puerta; huelga decir que las pérdidas (humanas y materiales) de los demás no tienen el mismo valor que las propias y mostramos sensibilidad indiferente. En consecuencia y en su conjunto todo ello nos ofrece un vasto aprendizaje: en primer lugar, que la naturaleza tiene una fuerza brutal independiente que nos supera y que efectivamente esto nos puede pasar como a cualquier otro. En segundo lugar, que no somos prioridad en agenda, decisión y actividad política y que tenemos unos gobernantes que no deberíamos merecernos y que no se gobierna para todos por igual. En tercer lugar, que tanto la primera como la segunda evidencian nuestra enorme vulnerabilidad y dependencia. En cuarto lugar, que la respuesta de la gente en general, sin tenerla en responsabilidad, en situaciones de este tipo está por encima de ideologías y/o de otros factores y se activa con la rapidez que no hacen otros mecanismos que si debieran tenerla en obligación. En quinto lugar y en contra  que, como en todo, hay excepciones ruidosas y  una minoría que  se afana en sacar provecho a través del saqueo  o el hurto y otros, ansiosos, que harán particular negocio de la tragedia; también que hay colectivos que han dispuesto de una buena oportunidad para vincularse e integrarse y que no voy a juzgar  porque lo visto es tenue,  también contará con excepciones,  y lo mostrado se puede ajustar a otros intereses e intenciones, no tengo conocimiento real… pero no oculto cierto poso de decepción personal por su aparente “desaprovechamiento”  o por la sensación de que pueda ser inversamente proporcional la solicitud de ayuda a su prestación.

 

De estos cinco aprendizajes pueden derivar otros muchos a modo particular y en según quiénes o tenerlos como consecuencia  y en asignación de importancia, que justifican decisiones  de cada cual  en función de condiciones en que viva o por lo que puedan  suponer pérdidas relacionadas con bienes materiales y su sustitución  o impacto en una vida laboral que tanto puede condicionar  dentro de un  marco de momento social  líquido y complicado en que deambulamos e incapaz de ofrecernos grandes garantías. A todo ello añadir el aprendizaje lapidario añejo, para revertirlo en medida de lo posible, de que es necesario que pasen estas cosas para que tomemos conciencia y pongamos las soluciones que de nosotros dependan. Danas va a seguir habiendo, pero el objetivo y esfuerzo debe centrarse en reducir tormentoso clamoreo, mirar al cielo por si llueve y no para dedicar rezos o dirigir oraciones.  Aprenderemos para otras veces, ya veremos durante cuánto tiempo, no sabremos realmente causas y responsabilidades …  pero no debemos esterilizar ni la tragedia ni que, sin duda alguna y como consecuencia incuestionable, hay 230 personas que no van a pasar estas navidades, ni ninguna otra más, junto a los suyos… para quienes eran tan necesarios en sus respectivas vidas como lo podamos ser nosotros para los nuestros o estos para la propia. Para otras miles de familias van a ser fechas complicadas porque la vida les ha dado un vuelco o se les ha puesto patas arriba… pero encontrarán consuelo, hasta motivo de celebración, en la presencia y se sentirán afortunados por el mensaje tan socorrido, tan conformado y tan nuestro de “podía haber sido peor” … porque podrían ser ellos quienes faltaran a la mesa o ser recordados en una silla vacía.

CRISTINO