Oda a un grano de arena
No sé cómo llegó
a mí mano
polizón escondido
en la bodega del tacón de mi zapato.
Un grano de arena redimido.
Tal vez embajador
de algún lejano imperio,
donde las mil y una noches
sueñan con Serezades y Aladinos.
No sé cómo llegó
a mí mano.
No sé de dónde vino.
Tal vez de alguna playa
y sus misterios
testigo del amor
y el contrabando.
No sé cómo llegó
a mí mano.
Tal vez
desde un rincón
de otra galaxia
haya viajado
en la cola de un cometa
y se haya extraviado.
Es un grano de arena insustancial,anodino
común y extraño.
Cual será su origen
y destino?
Podría tratarse
de algo más cercano…
Ser la erosión modesta
de un alero
de cualquier tejado
de mi barrio.
O de un tiesto de barro
donde florecen orgullosos
petunias y geranios.
O un resto
casi imperceptible
del desconchado muro
de la pared de al lado,
de un muro donde ayer
hubo alegría y niños,
un pozo y un jardín.
Y hoy cede abandonado
en brazos de la amnesia
perdido y olvidado.
O tal vez haya sido
mármol de un palacio,
testigo de grandeza
en el pasado.
O del cántaro humilde
y cotidiano
que aliviaba la sed
de algún labriego
reseco y encorvado.
No sé cómo llegó
a mí mano.
Pero me hace pensar
en lo ancestral
en el tiempo lejano,
en el presente errático,
en el futuro incierto.
Si levanto la vista
en esta madrugada
de insomnio y mayo.
Recibo el guiño alegre
de los astros
con un grano de arena
entre los dedos
en el silencio total
del tiempo y del espacio.
Abelardo Grande
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