De trazo breve y emociones eternas

LA PORNOGRAFÍA DEL DOLOR

 

Ya no es necesario ponerse a temblar con la caída de la tarde, cuando la luz desdibuja las siluetas que trazan líneas en el aire y ensordecen la tierra tras su mortal parábola. Ahora en Yabalia, el miedo madruga. De buena mañana, el hongo de polvo y fuego se rebela contra el cielo, engullendo el presente y el futuro de los que se creían protegidos. Las cifras de los verdugos, se felicitan por haber devastado escondrijos, pasadizos y arcanos del mal, con los que seguir nutriendo leyendas oficiales. Pero la realidad es que quince miembros de una misma familia, la mitad de ellos sin saber lo que es la adolescencia, saludarán a la eternidad desde las ruinas de ese edificio de Yabalia.  Así es un día en cualquier rincón de Gaza, y así hora tras hora, casi a cada momento… suspiros ametrallados, vigilia y tristeza de onda expansiva. Y las cifras de la venganza siguen engordando, para que la mentira pueda transitar por un camino paralelo a la verdad, agitado por gritos de odio ubicados lejos de la muerte en directo. Un camino de atajos sembrado de trampas y herido de sinceridad. Mientras, la pornografía del dolor sigue su ciclo inexorable, manejada por hombres lejanos y públicos, de esos que no necesitan correr con niños muertos en sus brazos en cada conexión de telediario. Hombres que hablan de otro Dios, que mienten porque Dios no existe, ni el suyo ni el de a quienes castigan.  Porque Dios, es en todo caso el diablo vestido con ropa de domingo. Y aunque Dios descansa un día a la semana, el diablo no.

José Luis Logar