Despropósito de enmienda
Primero de enero. Como cada principio de año hago un rápido repaso mental al listado de propósitos que estoy seguro no voy a cumplir, a saber: hacer ejercicio mejorar mi inglés y dejar de fumar. Para lo primero me he comprado un chándal nuevo, de marca, para dejar claro que voy en serio. Para lo segundo he repasado algunos verbos irregulares en mi viejo diccionario Collins y para lo tercero llevo ya al menos diez minutos con el paquete de cigarrillos escondido debajo de la almohada.
A media mañana de ese mismo día, en la soledad de mi habitación y ataviado
Como un personaje de “El juego del Calamar” intento hacer tres flexiones seguidas… a la segunda me paro asfixiado y casi sin resuello acierto a gritar con acento de vendedor de crack del Bronx: ¡What the F ***! que no está en la lista de verbos irregulares pero me relaja. Ese es el tiempo que ha durado mi gran aventura.
Acto seguido y aunque no lo hago a propósito, me enciendo un pitillo culpable a la par que me prometo a mí mismo arreglar este despropósito… Eso sí, tendrá que ser al año que viene.
José Luis Logar
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