RETO VIRAL: CRISANTEMO – 0,0
Uno mira con preocupación el alcance de las redes, su poder e influencia y simplicidad de acceso, sobre todo en tiernas edades. Intento bendecirlas y quedarme con todo lo bueno, que es muchísimo, espectacular e impresionante; pero me agrede lo malo, que es directa e inversamente proporcional. Tampoco dejo de ser consciente que el problema radica más en la responsabilidad y uso que se haga de ellas que en la herramienta en sí… lavado de manos; espontáneamente me brota una rebelión interna e indignación estéril, sin atisbo viral, que desemboca en el convencimiento de que esto se nos ha ido de las manos. Quien lo defienda podrá decir que antes se veían películas y algún niño se tiró por el balcón emulando a Superman, y será cierto, pero nada tiene que ver con la actual adicción y sometimiento; con la capacidad y agilidad de transmisión, alcance, interrelación, necesidad de exposición y correspondientes consecuencias, lastre y secuelas.
Me traslado a agosto de 2022, un niño inglés de 12 años de nombre Archie Battersbee agonizaba, desangrando inocencia, víctima del reto viral “Blackout Challenge” (desafío del apagón), cuya premisa básica y temeraria cualquier criatura podría ejecutar, pero difícilmente comprender su extrema consecuencia: aguantar la respiración llevando el cuerpo a sus límites hasta que finalmente, en el mejor de los casos, sucede desmayo.
Entonces, el debate y lucha en los tribunales se centró en si desconectarlo o no de la máquina que le mantenía con vida y le servía de soporte vital pese a su muerte cerebral, finalmente se hizo días más tarde. La campaña reglamentaria, que los padres tomen conciencia, ojo avizor hacia las actividades de sus hijos y vigilia; ¡sí!, cuando cada vez son un poco menos nuestros e inconscientemente menos de sí mismos… en el paraíso del descontrol y en el imperio del control virtual ajeno. ¡Solucionado! pero nada de limitar, condenar, perseguir o cortar de raíz estas actividades o perfil de retos, y no son pocos los que ponen en juego la vida. Este desafío en concreto se mantiene en redes desde 2008 y con la de Archie se cobró la novena vida, confirmando así al “noveno campeón”.
Meses después (enero 2023), Milagros Soto, una niña argentina de misma edad fue la siguiente. A Tik Tok le bastó para defenderse el argumento de que es un reto anterior a su creación y que no lo recomiendan a menores de 13 años, entiendo que sí a quienes los superan. Cambio de juego, solo en Rusia, antes de sumar víctimas en el resto del mundo, en 2013 se suicidaron decenas de adolescentes siguiendo la ruta que marcaba el reto de “La ballena azul” (pasar 50 pruebas, la final: quitarse la vida). En 2016 se detuvo a Philipp Budeikin (21 años) como uno de los cerebros detrás de la idea, quien en su defensa adujo que lo diseñó para limpiar la sociedad, a la que dividía entre gente y residuos biodegradables que no tienen valor. ¡Estremece!, deduzco que él se clasifica en la categoría de gente y la residual la conforman los centenares de jóvenes, quizás con cuadros de personalidad preocupantes o episodios depresivos, que cayeron en la trampa. Fue condenado a prisión abierta (permiso para convivir con la familia) durante 3 años y 4 meses porque solo fue juzgado por dos casos en los que ambos jóvenes fracasaron en sendos intentos de suicidio.
Paradójico que tengamos una viral y vigorosa ley de protección del menor, con correspondiente defensor en formato institución, que se activa con premura si, por ejemplo y no digo que no deba, un padre da un tortazo a su hijo ; si interpreta que le puede afectar un castigo, decirle lo que no le gusta oír o que le puede agredir la prohibición, el impedir que haga lo que le venga en gana o no facilitarle lo que desea…te acabas creyendo que le humillas; autoridad capaz de etiquetar como “ violación de intimidad” el hecho de que unos padres husmeen en el móvil del hijo, aunque sea por impulso de razonable preocupación, peligroso indicio y/o multitudinario miedo. En contexto colegio, si se exige más de la cuenta se es susceptible de trauma o de que esporádicamente surja algún síndrome, de crearlos o padecerlos; hay que pixelar a los alumnos en su exposición y suavizar el sistema. En cuanto a situaciones delictivas, su responsabilidad se reivindica de “juguete”. Subyace una sobreprotección que pone hasta en juego o en liza custodias y tutelas, que merece debate aparte .Pero en el caso que nos ocupa, parece dar igual cómo se expongan, o “lo que se haga con ellos”, y su manifiesta vulnerabilidad; en consecuencia, un “dejar hacer” incontrolable que aquí sí licencia a las redes, influencers, youtubers o streamers (y respectivos negocios) para ejercer magisterio o como recomendables e idóneos “destraumatizadores” y abrigaños afectivos o emocionales. Hace unos meses se cerró temporalmente Telegram , no por tintes pornográficos, por influencia en violaciones o trata de mujeres en que puede suponer origen; ni por abanico de estafas, extorsiones u otras tropelías o por reclutamiento precoz o captación en ciernes por parte de células terroristas… sino porque se veía el futbol pirata; se tomaron medidas y … ten cuidado dónde haces el “abordaje”. Por una parte existe una ley de protección y defensa implacable y musculada, exigente y autoritaria para según qué hechos o situaciones, que hasta ningunea los temores que cualquier madre o padre puedan tener para con sus hijos; pero hacia según qué otras o quiénes (que los pueden generar) flexible, de humo o plastilina. Para alarde del colmo y regocijo del ensañamiento, encima y ante terrible o dramático desenlace, serán los padres con el corazón mutilado quienes eximirán a todos de culpa o responsabilidad para ser ellos quienes carguen con ellas el resto de sus días… flagelados por un lapidario “y si hubiera…” de insistente eco, con azote de eternidad enlutecida y aroma de crisantemo.
¡Sí! Definitivamente, el problema está en el uso, no en las redes; total, uno se puede ahorcar a la edad que quiera sin necesidad de ellas,¿no?; y entiendo, claro que sí, que jugar a “pico, zorro, zaina” o “al cinquillo” tienen pocos visos de viralizarse. Pero algo estamos haciendo mal, muy mal… y definitivamente nos ha superado, aún lejos de tocar fondo. En fin, ya que con la natural no nos llega, a ver si con el reinado de la inteligencia artificial nos da para más y para evitar estas avenidas y lucrativos llamamientos o invitaciones encubiertas. Mientras tanto, cuando ocurra algo así, grito en el cielo, impotencia, indignación o rabia efímera y a pensar que eso a nuestros hijos no les puede pasar, que acampa en otros vástagos o suceden a los hijos de otros y… ¡Archie, Mila!, eso no había que hacerlo…
CRISTINO
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