SER MUJER Y LLAMARSE ISABEL
Hay un tridente político de corte progresista que “se ha adueñado de la mujer” proyectándose como la única marca capaz de garantizar sus derechos e igualdad, de proteger su dignidad, de exterminar la violencia de género y de someter al machismo. Mejor no puede sonar. Aún con una ley que les resta crédito y unos números lapidarios que les cuestiona como solución, en un alarde vigoroso de cara al feminismo incrédulo, reforzando al afín o convencido de nueva generación y amenazando a los susceptibles de machismo y osados “francotiradores” del piropo… llegaron hasta hacer magia convirtiendo un beso, que nunca debió tener oportunidad de serlo,en agresión sexual; pasando en cuatro días de consentido, fruto de la euforia y objeto de mofa o meme a no ser consentido y suponer un delito. En consecuencia, la víctima fue impuesta como ejemplo de lucha contra el machismo y elevada a icono y santoral feminista. Respetable, condenable y vale, bien…
Vamos a olvidarnos de cargo y de la responsabilidad política de Ayuso y nos centremos en Isabel mujer. En trato y enfoque inversamente proporcional ,no me explico, o sí, cómo esas mismas formaciones son capaces de generar y dirigir contra una mujer , tanto como Jenni Hermoso, una campaña de acoso y derribo que entraña humillación y raya la vejación; orquestadas desde la falta de respeto con rienda suelta a insultos, ataques, injurias o burlas y que mancilla su honor y dignidad abriendo las puertas de par en par a un maltrato psicológico de intencionado desgaste difícil de aguantar.
He oído a portavoces de estos partidos, de esos a los que se les hincha la carótida defendiendo a la mujer y presumen indignación cuando a éstas les ocurre algo, como le han llamado, entre otras muchas cosas, sinvergüenza, mafiosa y hasta asesina… responsabilizándola de miles de muertes de ancianos durante la pandemia. Con la agresividad que no se hizo durante la misma, pero que una relación sentimental agrava y exige condena retroactiva. ¡Ya! Imagino que se justificará como que no es por su condición de mujer, si no por el cargo que representa. Entonces…¿un puesto de trabajo está por encima y licencia maltratar a una mujer? ¿Vale para cualquier actividad laboral? . Quizás realmente no pase nada y se reduzca a parte del espectáculo lamentable en que se está convirtiendo la vida política, que sería reírse de todos nosotros y a las mujeres en particular “manosea”. O a lo peor, puede ser que haya excepciones y que ellos tienen la potestad de elegir, hacer censo o lista de las mujeres a las que sí se les puede denigrar y a cuales no…
Si es por cargo, igual que si se llamara Francina o Begoña (mujeres como ella) ¿no bastaría con denunciar los hechos por los que se le acuse, contribuir con pruebas o evidencias y que sean los jueces quienes decidan? y en caso de salir airosa, ante la duda o disconformidad, ¿hacer campaña y confiar que sean los madrileños quienes la penalicen en próximas elecciones?.Huele a efecto contrario del pretendido. Isabel, por su parte, creo que debe blindar su vida personal con silencio… y dejar a Ayuso que dé explicaciones solo en lo que la compete en responsabilidad y formato político.
Que una mujer, hay cinco, llegue a una presidencia autonómica, encima la más importante y con mayoría absoluta ¿no es para celebrar y enorgullecerse por parte del colectivo mujer?, seguramente tanto como los ministerios en que ellas son titulares. Qué triste que haya once ministras y ninguna condene el acoso y trato hacia esta mujer, ni micra de empatía; más aún, que encima se sumen a su linchamiento público; que silencien en cada Consejo de Ministros por mantener su puesto y nivel de vida, con la mansedumbre de un harén rindiendo pleitesía y esperando orden o dictado del hombre amo ( o macho dominante) para defenderlo con uñas y dientes. Entre el elenco ministerial, la ministra de Igualdad, recuerde…”¡vergüenza ,vergüenza, vergüenza…!” pues eso señora Redondo . Suena a avivar fantasmas del pasado y, paradójicamente, a rebozo aseado de machismo… engalanado y bien perfumado.¡Seriedad, por favor!
En aras de esa igualdad que tanto himpla al gobierno actual y correspondiente discurso o cacareo en cuanto a defensa y garantía de los derechos de la mujer, sobre todo ante una cámara o micrófono, resulta contradictorio que aquí se esté incurriendo en una variable de violencia de género y se esté seleccionando el perfil de mujer al que es aplicable, o no, el ideario presumido según el criterio de pensar igual o diferente, hacer la ola o hacerla frente. Malo si hay excepciones y peor si obedecen a capricho e intereses particulares y hasta personales.
En estas lides, antes de abordar una igualdad ambiciosa o definitiva, que ojalá, convendría el paso sencillo de
“ igualar entre mujeres ”,a todas, para no dividir ni dar pie a distintas corrientes feministas enfrentadas y para ganar en credibilidad. En fin…está Isabel, la mujer, como para llegar sola y borracha a casa; tanto como para llegar por él acompañada y sobria a la del tal Alberto…
Cristino
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