Querido amigo, Chema. Hoy nos ha llegado a nosotros, amigos, familiares, compañeros, el momento de tu ausencia, de la que tanto sabías. Porque lo más duro de la muerte de una persona querida es, no me cabe duda, la ausencia. Tal vez hoy, mañana, pasado no nos invada aún; estaremos en la fase de la incredulidad: no podremos creer que hayas desaparecido. Nosotros, los salmantinos estaremos esperando a que llegues de Madrid, a que aparezcas a nuestro lado con el caminar cansino de los últimos tiempos o nos sorprenderá que faltes a la cita.
La ausencia vendrá después, cuando tu silla permanezca vacía y nuestros ojos la rellenen con la imaginación o con el recuerdo. Cuando en nuestras charlas a alguien se le escape “como diría Chema…” y el silencio corrobore nuestra connivencia. Cuando en nuestros brindis no se oiga la nota de tu copa. Cuando en nuestras tertulias falte tu acertada opinión, por otra parte siempre apasionada. Cuando nadie entre nosotros celebre la victoria del Atlético de Madrid, ni pueda darte la enhorabuena, aunque fuera en escasas ocasiones. Sí, ese momento será el de verdadera ausencia.
A mí me toca una ausencia añadida, si me permitís esta confesión: los paseos por la Aldehuela, por la Isla del Soto, por Cabrerizos, donde La Flecha de Fray Luis de León te laceraba, como a cualquier salmantino, por su abandono y que cada día más se aproxima a su desaparición.
¡Cuántas soluciones dimos en esos paseos a multitud de problemas sociales, políticos, personales! Si en esos paseos nadie nos agradecía que arregláramos el mundo en nuestras charlas gratuitamente, ahora, menos aún. Pero nos lo echará en falta nuestro mundo, hoy desgajado con tu ausencia.
Sí, Chema, sentiremos tu ausencia, la sentiremos tus amigos, tus familiares, tus compañeros. Ausencia sí, pero nunca el olvido.
Gracias por tu presencia en nuestras vidas.
JotaeMeGe
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